Japón es un país de ancianos y tiene una de las tasas de mortalidad más altas del mundo: cerca del 1% anual. Tanto es así que las empresas de incineración no dan abasto para quemar los cadáveres que les llegan cada día. En Yokohama han abierto el primer hotel para muertos del país: Lastel. Por un precio de 12.000 yenes (unos 100 euros) diarios, los familiares pueden dejar los restos de sus seres queridos en alguna de las 18 habitaciones refrigeradas con que cuenta el establecimiento.
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