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Las hormigas del fuego

A la vez que las huertas eran arrasadas, una infinidad de hormigas, cuya picadura causaba “mayor dolor que si avispas al hombre mordieran y lastimaran” invadió las casas, y ennegreció la azotea “como si la hubieran rociado con polvo de carbón”. Había tantas que los colonos españoles se vieron obligados a meter las patas de las camas en recipientes de agua, para evitar que las hormigas pudieran trepar por las patas hasta el lecho.Fue tal la magnitud de la invasión que la mayoría de los españoles huyeron, abandonando sus casas.

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