[Nota: Artículo realizado mediante la recopilación de otros artículos]
- Salud mental: Los datos
En el mundo, al menos, el 10% de la población mundial sufre de alguna enfermedad mental. El número llega hasta 792 millones de personas en 2017, siendo la depresión y los trastornos de ansiedad los más comunes entre la población mundial, éstas, por sí solas ocupan el 70% de las enfermedades metales alrededor del planeta (Ritchie, 2018).
Los datos resaltan una significante tendencia: Los hombres sufren menos enfermedades mentales que las mujeres, al menos eso dicen los datos. Pero escrutando cada país por separado, no hay ni uno solo en él que los haya más hombres que mujeres con enfermedades mentales. Esto es algo curioso, ya que, de largo, la cifra de suicidios es ampliamente ocupada por hombres.
En el mundo se suicidan 800.000 personas al año, una cada 40 segundos y menos del 2% del presupuesto en salud es destinado a las enfermedades mentales, y solo 9 de cada 100.000 personas se dedica al cuidado de las enfermedades mentales en el mundo (WHO, 2017).
- Introducción:
En 2017, una de las estrellas de la NBA, Kevin Love, reconoció que su enfermedad mental estaba afectando negativamente a su juego. Dijo abiertamente que sufría ansiedad y depresión. Habló públicamente sobre su salud mental, lo cual produjo un revuelo tremendo entre los medios. No era el primer jugador de la NBA que se exponía en público reconociendo que sufría algún trastorno, antes lo había hecho ya DeMar DeRozan.
<<Al crecer, uno se da cuenta muy rápido de cómo debe actuar un chico. Aprendes lo que se necesita para “ser un hombre”. Es como un libro de jugadas: Sé fuerte. No hables de tus sentimientos. Supéralo por ti mismo. Durante 29 años de mi vida, seguí ese libro de jugadas. Estos valores sobre los hombres se parecen mucho a la depresión o la ansiedad. La mayor lección para mí fue el confrontar el hecho de que necesitaba ayuda>> (Love, 2018).
Otro relato digno de mención es el de Charlie Scaturro, un desconocido joven aficionado al gimnasio, que compartió su historia en los medios. Este narra cómo durante sus primeros 30 años de vida disfrutó yendo al gimnasio sin preguntarse siquiera por qué iba, cuál era su motivación para emplear tanto tiempo allí, o cómo es que lo disfrutaba tanto. Se dio cuenta que empleaba tanto tiempo allí, no porque fuese una actividad sana, sino porque le hacía sentir más masculino y menos débil. Se dio cuenta de que iba al gimnasio para construir una idea exterior de sí mismo, la cual, al menos, sí es fuerte: “Se trata de esperar que lo que estoy haciendo en el gimnasio me distraiga del hecho de que me siento deficiente en muchas otras cosas. Se trata del hecho de que, en la estrecha definición de cómo un hombre debe actuar y sentirse, la depresión y la ansiedad no tienen cabida. Voy al gimnasio porque me hace parecer fuerte. Incluso si no me siento fuerte por dentro, al menos no tengo que parecerlo por fuera” (Scaturro, 2017).
- La relación entre los hombres y la ansiedad:
La ansiedad es extremadamente común en los seres humanos. De hecho, estaríamos en graves problemas si no tuviéramos la capacidad para tener ansiedad. Es la forma en la que nuestros cuerpos nos dicen que hay una amenaza a la que debemos prestar atención. Pero, por supuesto, con un trastorno de ansiedad, a menudo no hay una amenaza real. Y, en cambio, nuestro cuerpo está respondiendo como si la hubiera (Addis & Hofmann, 2019).
Los hombres, comparados con las mujeres, tienen la mitad de probabilidades de ser diagnosticados con un trastorno de ansiedad. Pero, ¿es esta una estimación exacta? O, ¿son algunos de estos dogmas culturales que nos influencian, particularmente a los hombres, los cuales hacen que estos repriman el miedo y la sensación de vulnerabilidad, lo que puede que esté distorsionando nuestra visión sobre el caso? Es decir, ¿estamos subestimando lo común que es que los hombres padezcan de un trastorno de ansiedad? (Addis & Hofmann, 2019).
Cuando los hombres luchan con el miedo, y la depresión, puede tender a salir más en forma de ira y la agresión. Michael Addis, profesor de psicología y director del Men’s Well-Being Research Group de la Universidad de Clark cuenta un caso simbólico en el que trabajó, el cual hizo que llegase a profundizar más en el tema: “Una de las cosas que me llevó a esta área de investigación ocurrió cuando yo estaba trabajando en un centro de tratamiento de la ansiedad, en un estudio de investigación, y terminé entrevistando a un hombre que tenía ataques de pánico a diario. Un ataque de pánico es una sensación abrumadora de ansiedad y miedo que aparece muy rápidamente. Puedes sentirte mareado, con náuseas, tener una sensación de irrealidad. Era un obrero de la construcción que trabajaba en esos andamios, a 30 pisos de altura, y teniendo ataques de pánico a diario. Esto estuvo sucediendo durante 10 años, y no había buscado ningún tipo de ayuda, porque sentía que era una debilidad por su parte. Pensaba que, si tuviera más carácter, o, se podría decir, si hubiera sido más masculino, habría sido, él pensaba, capaz de lidiar con el problema y poder solucionarlo” (Addis & Hofmann, 2019).
En nuestra temprana educación se nos enseña a no llorar, se nos enseña a aguantar, es decir, se nos enseña a ser un hombre. Todo ello está muy relacionado con la forma en que se tratan las emociones en el entorno masculino (Addis & Hofmann, 2019).
A través del proceso de socialización de los roles de género, los niños y los hombres son influenciados por expectativas sociales que los inculcan en valores de lo que son comportamientos y actitudes masculinos aceptables e inaceptables: Los hombres aprenden valores para temer y devaluar la feminidad (O'Neil, 1981). Debido a que la feminidad se asocia a menudo con la expresividad emocional, se cree que muchos hombres han interiorizado mensajes culturales que asocian la masculinidad en la cultura blanca con la inexpresividad emocional. Por ejemplo, algunos hombres pueden asociar el hecho de revelar sus sentimientos vulnerables (por ejemplo, el llorar) con el comportamiento femenino y pueden esforzarse por no parecer emocionales cuando experimentan una tristeza intensa (Wong Y. P., 2006).
Mientras que algunos hombres a los que estudia buscan terapia, otros suprimen sus sentimientos de ansiedad e incluso niegan que haya algo malo bajo la superficie. Addis dice que en algunos estudios ha visto hombres que, por signos externos, parecen estar clínicamente deprimidos, pero cuando se enfrentan a la posibilidad, contrarrestan diciendo que no están deprimidos porque todavía se levantan de la cama todas las mañanas y van a trabajar (Addis & Hofmann, 2019). Si sentimos que la ansiedad es un signo de debilidad, o de feminidad, o algo de lo que avergonzarse, entonces es menos probable que la reconozcamos en nosotros mismos y la expresemos a los demás. En cambio, tendemos a actuar de maneras más aceptables para los hombres, y es ahí donde se produce la atracción hacia la bebida, las peleas, etc. (Addis & Hofmann, 2019).
Los datos muestran que las mujeres con ansiedad tienden a acudir a sus amigos en busca de apoyo, los hombres con ansiedad son propensos a caer en conductas problemáticas. En un artículo dedicado a la ansiedad masculina publicado por el Wall Street Journal, se señalaba que los hombres son más propensos a usar alcohol y las drogas para hacer frente a problemas psicológicos: Lo que lo que parece un problema con la bebida, puede ser en realidad un trastorno de ansiedad subyacente (Petersen, 2019).
- Enfermedades mentales: La estigmatización no ayuda
Existen tres tipos de estigmatización hacia las enfermedades mentales: La social, la auto-estigmatización y la de los profesionales de salud mental (Ahmedani, 2011). El estigma social está embebido de forma estructural en la sociedad y puede crear barreras para las personas con un trastorno mental. Que sea estructural significa que el estigma es una creencia sostenida por una gran parte de la sociedad en la que las personas enfermas forman parte de un grupo inferior. Este sistema de creencias puede dar lugar a un acceso desigual a los servicios de tratamiento. También puede causar disparidades en el acceso a los servicios y necesidades básicas, como el alquiler de un apartamento (Ahmedani, 2011).
Se ha demostrado que el estigma no sólo se mantiene entre personas diferentes en la sociedad, sino que también puede ser internalizado por el enfermo (Crocker, 1999). Así pues, el impacto continuo del estigma social puede influir en una persona para que se sienta culpable sobre su condición (Corrigan, 2004).
Por último, es posible que los profesionales de la salud no proporcionen una intervención adecuada, una detección temprana u opciones de derivación eficientes para las personas con trastornos mentales debido a sus propias creencias estigmatizantes e historias personales (Ahmedani, 2011).
Trasfiriendo estas lecciones a nuestro caso de estudio, dados los impedimentos de la sociedad, el estigma social a las enfermedades mentales que acaba en un estigma personal, y los valores masculinos de autosuficiencia y no debilidad, hace que todo ello resulte en que los hombres encuentren muy difícil el aceptar el problema tal y como se plantea en sus vidas, resultando, en muchos casos, en que estos no busquen tratamiento, mientras su problema se agrava.
- Correcciones de género a edades muy tempranas:
La ansiedad es a menudo provocada por un trauma, y el trauma que comparten los hombres es el de la vigilancia de su género (O'Neil, 1981). Esto normalmente se hace sin malicia, a edades tempranas, cuando los padres, por ejemplo, pueden sentir que al desalentar los comportamientos codificados como femeninos, están protegiendo a sus hijos del posible ridículo futuro, corrigiéndolos desde el principio.
Sin embargo, estas correcciones, a largo plazo, consiguen delimitar una sección de comportamiento aceptable, de tal manera que para cuando el hombre llegua a la edad adulta, ya ha internalizado una larga lista de comportamientos que deben ser evitados para no hacer el ridículo en público. En resumen, los niños varones están sujetos a traumas en un esfuerzo por evitarlos.
- Reprimir emociones: Consecuencias
Las expectativas de la sociedad, o las formas en que tradicionalmente se ha esperado que se comporten los hombres y las mujeres, pueden desempeñar un papel muy importante en la salud mental. En el caso de los hombres, las expectativas sociales sobre la forma en que "deberían" comportarse y lo que es la masculinidad incluyen la expectativa de que ellos tienen que ser el sostén de su familia y han de mostrar, lo que tradicionalmente se conoce como rasgos masculinos, como la fuerza, el estoicismo, el dominio y el control (Seidler, 2016).
Si bien querer sentirse fuerte y en control no son cosas intrínsecamente negativas, algunas investigaciones sugieren que la dependencia de estos ideales tradicionales como lo que significa ser "un hombre" puede tener un impacto negativo en la salud mental de los hombres (Seidler, 2016).
Sentirse fuerte constantemente es algo imposible para cualquier ser humano, en la vida de cualquier persona suceden imprevistos o problemas de toda índole. Y sentirse en control es otra cualidad difícil de conseguir para el ser humano, ya que controlamos un número muy reducido de cosas en nuestro entorno, cómo nuestras emociones, movimientos y pensamientos. Por lo que es otra cualidad que, si no se acepta perder, puede llegar a generar una gran frustración y ansiedad en la persona.
Los hombres ansiosos pueden tener problemas para dormir o hacer vida social. La irritabilidad, donde hasta las cosas más triviales te molestan, es una característica de la ansiedad. En los hombres que sufren de ansiedad, a menudo conduce a estallidos de ira. Alrededor del 10% de los hombres en América sufren de algo llamado "desorden explosivo intermitente", o ira, en otras palabras. Lo cual es una válvula de escape para aquellas emociones de frustración que este ha podido ir acumulando.
- Suicidios:
Lamentablemente, en España, el suicidio se mantiene nuevamente como la primera causa de muerte externa, es decir, no causada por enfermedades, pese al leve descenso del 0,9% que se detectó en 2016, con 3.679 fallecimientos en 2017, un 3,1% más (CGPE, 2019).
Este grave problema de salud pública, definido así por la OMS, sigue siendo la primera causa externa de muerte en los hombres, con 2.718 fallecidos, seguida de las caídas accidentales (1.603) y los accidentes de tráfico (1.507), y la tercera entre las mujeres (961 fallecidas), por detrás de las caídas accidentales (1.454) y del ahogamiento, sumersión y sofocación (1.450) (CGPE, 2019).
Por cada mujer que se suicida, 4 hombres llegan a cometer tal acto (Ritchie, 2018). El suicidio, a menudo, se comete, debido a un “estrechamiento de miras o sensaciones como la desesperanza, es decir, sensaciones de que las cosas no van a mejorar. Las ideas sobre cómo debe ser la masculinidad que los hombres han ido absorbiendo (como el resolver todos sus problemas por su cuenta, el esconder las debilidades, el tener éxito a toda costa…etc) no ayudan. Es fácil ver cómo estos dogmas aumentarían esa sensación de desesperanza si estás enfrentando algún problema grave como la ansiedad crónica. Así que, podemos decir que hay una relación que influye entre el suicidio de los hombres y los valores de la masculinidad tradicional (Addis & Hofmann, 2019).
- Estudios sobre la masculinidad y sus consecuencias en salud mental
Investigaciones a lo largo de los años sobre las actitudes de los hombres que se comportan de una manera que se ajuste a las expectativas de autosuficiencia y poder sobre los demás, demuestran que estas se asocian con una mayor angustia y una peor salud mental (Wong Y. H., 2017). Algunas investigaciones también sugieren que los hombres que se sienten incapaces de hablar abiertamente sobre las emociones pueden ser menos capaces de reconocer los síntomas de los problemas de salud mental en sí mismos, y es menos probable que busquen apoyo (Seidler, 2016).
Un estudio de la universidad de Virginia demostró que la identificación de los roles de género masculino afecta a una valoración eficiente de situaciones específicas como estresantes en los hombres (Eisler, 1988). Los resultados indicaban que los hombres experimentan más estrés por su rol masculino que las mujeres. En los participantes se reconoció un aumento de la ira, un aumento de la ansiedad y un empeoramiento de las conductas de salud (Eisler, 1988).
Por otro lado, investigaciones sociológicas, influidas por perspectivas feministas, han observado cómo la inexpresividad emocional de los hombres está influida y apoyada por el privilegio patriarcal del que estos gozan. Esos enfoques sostienen que la "inexpresividad" debe romperse para construir la igualdad de género y mejorar el propio bienestar de los hombres. Sin embargo, las nuevas investigaciones han cuestionado el argumento de que los hombres son "emocionalmente inexpresivos": Hoy en día, muchos hombres practican ahora formas "más suaves" o "más emocionales" de masculinidad (Hearn, 2017)
- Conclusiones: Camino hacia masculinidades alternativas
Permitir a los niños pequeños la libertad de ser quienes son sin definir tales comportamientos como masculinos o femeninos disminuirá la disonancia cognoscitiva (tensión interna por conflicto entre ideas) y el estrés emocional que tantos hombres sienten cuando intentan navegar por las cambiantes normas sociales (White, 2017).
Fomentar la expresión de emociones como las lágrimas, ya sea de alegría o de tristeza, reducirá el estrés de las emociones asfixiantes que a menudo se expresan de formas menos saludables, como la violencia. Animar a los niños a hablar de sus sentimientos les ayudará a construir redes de apoyo social que van más allá de las formas típicas de "vinculación masculina" (White, 2017).
Requiere que todos nosotros cambiemos nuestras expectativas de los hombres y los niños para hacer nuevas formas de ser aceptables y recompensados. Las mujeres ya no "protegerán" a los hombres sufriendo en silencio, y los hombres necesitan hacerse responsables unos a otros de ser masculinos sin la toxicidad que crea tantos problemas para todos nosotros (White, 2017).
Comprender las emociones de los hombres y hacer que los hombres entiendan las emociones es vital para trabajar con las desigualdades de género, así como para mejorar el bienestar y los resultados de salud de los hombres (Hearn, 2017).
Bibliografía
Addis, M., & Hofmann, S. (14 de Octubre de 2019). Understanding How Anxiety Might Be Different For Men.
Ahmedani, B. K. (2011). Mental Health Stigma: Society, Individuals, and the Profession. PMC.
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