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El hombre que vivió 26 veces

Cuando Arne Larsson supo que se iba a morir tenía 43 años y una deficiencia cardíaca. Se despidió de sus amigos con la tranquilidad de los que no dejan deudas, de sus hijos con la certeza de los que imprimen memorias y de su mujer con la sonrisa y probablemente la piel, desnuda. Y esperó que llegara la última de las tres horas de vida que le habían pronosticado. Pero no ocurrió

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