Llevaba seis meses esperando una solución para su coche y ayer decidió acudir al concesionario para encerrarse hasta resolver los «defectos de fábrica» de su turismo. El protagonista de tan singular forma de protestar se llama Fernando Zarzosa, un funcionario que adquirió un Seat León hace dos años que resultó rugir poco: «El motor vibraba por todas partes como si fuera un tractor y en el taller no había manera de que me lo arreglaran después de llevarlo siete veces», explicó el afectado.
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