El cuerpo humano es una máquina maravillosa. Una máquina que, aunque deje de funcionar, aún puede ser útil. Podemos donar nuestro cuerpo a la ciencia, o hacer lo propio con nuestros órganos y ayudar a otros seres humanos. Claro que las piezas de esa máquina también tienen otros uso y como veremos, del hombre, como del cerdo, se puede aprovechar casi todo, desde gente que usaba los intestinos como preservativos a otros que optaban por crear poderosos amuletos con la mano de un muerto.
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