La ciudad holandesa de Groningen acaba de sustituir sus anticuados contenedores para basura por lo último en procesado inteligente de residuos: 6.000 cubos robotizados que piden el DNI a quien vaya a deshacerse de sus desperdicios y le cobran según los kilos de desechos generados. Una vez tirada la basura, los cubos de basura inteligentes comienzan a trabajar: un sistema subterráneo de clasificación de basuras distingue entre desperdicios y envases reciclables, y calcula la factura que debe abonar cada familia por el servicio.
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