Brandon, un chico holandés de 18 años con problemas psiquiátricos, lleva encerrado, y atado a una correa sujeta a la pared, desde 2007. El cuarto que ocupa no tiene ventanas y apenas ha salido en los últimos tiempos a tomar el aire o dar un paseo. Recluido en un centro para disminuidos psíquicos del centro del país, sus cuidadores dicen que "oye voces que le incitan a destruir todo lo que le rodea"
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