Lafuente explica que llevan años intentando renovar la renta, sin éxito. Les piden un 700% más de lo que pagan ahora y la propiedad del inmueble está dispuesta a alquilarlo al mejor postor. "Contra eso es difícil competir", sentencia Lafuente, que heredó de su padre el negocio. Está preocupado por los 15 empleados que trabajan allí, algunos de ellos llevan más de 40 años y se han convertido en toda una institución, ofreciendo un servicio personalizado, una prestación en peligro de extinción en la ciudad.
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