Los precios y salarios comenzaron a subir tan vertiginosamente que era posible ponerse en una cola para comer una salchicha a un determinado precio, y tener que pagarla cinco veces más cara al llegar al mostrador. Cuando Spoliansky tomó el tranvía para dirigirse al centro de Berlín, sus 28 millones de marcos sólo le sirvieron para pagar una sección del trayecto, debiendo bajar y caminar el resto.
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