Puso varios ejemplos centrados en la «bajada de circulación de los periódicos y el descenso de la factura publicitaria de las televisiones, por no hablar, dijo, de la situación de las públicas, que pierden audiencia y aumentan déficit», lo que a su juicio deja un terreno abonado para las privatizaciones y los expedientes de regulación de empleo. Con el panorama actual la conclusión que saca es que, como ocurrió con la burbuja inmobiliaria, «la burbuja audiovisual también ha pinchado».
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