Pablo tiene 14 años, es un enfermo crónico de artritis idiopática juvenil. Su patología requiere que se someta con frecuencia a un tratamiento en el hospital universitario de la Fe de Valencia. La sorpresa llegó cuando las enfermeras le comunicaron que “la nueva orden es que ya no había comida para los niños” La familia se queja de que salen sobre las tres de la tarde del hospital y les toca ir a la cantina o “hacer cola en las máquinas expendedoras para conseguir algo líquido o un bocadillo, ya que tampoco nos dejan llevar comida de fuera”.
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