"El cardenal Ratzinger quiso también venir a conocer y hablar con nuestra comunidad, pero cuando esperábamos escuchar de él un discurso cristiano, enraizado en los evangelios, se descolgó recordando que aquel día era la festividad del santo emperador Heinrich II y de su esposa Kunigunde, recuerda la hermana (*). Para ella fue un discurso especial, marcaba un punto de no retorno, una nueva vuelta de manivela atrás en la doctrina del Concilio Vaticano II."
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