La inmensa mayoría de las heridas producidas conllevaban una muerte agónica, lenta y extremadamente dolorosa. Sin embargo, algunas de las víctimas de los violentos cambios de impresiones de la época tenían la fortuna de ser heridos de forma que la bondadosa Muerte se los llevaba en un periquete, ahorrándoles pasar un verdadero calvario en sus postreros momentos en éste mundo que, más veces de las deseables, se torna en un lugar de lo más desagradable.
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