Con sólo ocho años, allá por 1936, Félix Rodríguez de la Fuente pidió a los Reyes Magos un regalo muy especial. Un presente que no tenía nada que ver con los que piden otros niños. Pidió un pájaro... Lo que había en la caja era un pájaro metálico. Una imitación de hojalata a la que había que dar cuerda para que se moviera y que caminaba sobre una mesa. Desde aquel momento señalaba Félix, "empecé a odiar a las máquinas".
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