Debemos dar las gracias a Ken Livingstone, alcalde de Londres por arriesgarse cuando todos le aconsejaban que estaba tomando un paso suicida políticamente. Allí por el año 2003, decidió que viajar por Londres en automóvil era una imposibilidad y que, perjudicaba la salud corporal de sus ciudadanos y económica de la ciudad, y tomó la decisión de reducir el tráfico de su ciudad, decisión que le causó una lluvia de críticas, críticas que ignoró...
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