Una investigación ha revelado lo que podría ser el verdadero problema; tras bambalinas los proveedores de Internet tienen que hacer acuerdos entre sí para poder conectarse a otras redes y servicios de cacheo que almacenan los vídeos en localizaciones más cercanas a cada usuario, de modo que los vídeos puedan cargarse más rápido, pero muchas veces, los ISPs no pueden o no quieren mejorar y hacer más eficientes las conexiones y quien paga los platos rotos son los usuarios.
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