Dado que, desde hace décadas, jamás pude distinguir entre buenos y malos muertos o, como decía Albert Camus, entre «víctimas sospechosas» y «verdugos privilegiados», también yo me siento horrorizado antes las imágenes de los niños palestinos asesinados. Dicho esto y teniendo además en cuenta que un viento de locura parece haberse instalado en algunos medios de comunicación, una vez más y como siempre cuando se trata de Israel, me gustaría recordar algunos hechos:
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