Cuando la tableta -entendida como evolución del móvil, no del PC- apreció en el mercado, el foco de la atención cambió. El netbook obligaba a lidiar con los sistemas operativos tradicionales, la tableta ofrecía una experiencia de uso mucho más agradable y sencilla y mayor autonomía y potabilidad. Para el usuario que sólo quería consultar el correo o navegar por la web resultaba una proposición mucho más interesante, aunque fuera unos 100 o 150 dólares más cara.
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