Casi todos los hombres tenemos la experiencia iniciadora adolescente de ver cómo el más tonto de la clase se ligaba a más chicas que nosotros (que, claro, éramos siempre mejores). Normalmente ese ligón era un repetidor, alguien de evidente poca inteligencia, sin más personalidad que las marcas de ropa que gastaba, con un pésimo gusto musical y, en ocasiones, hasta con rasgos mongoloides...
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