Ha permanecido oculta durante 90 años escondida en una botella de cerveza, no porque la carta no llegara a su destinatario sino porque su receptor, un soldado americano de la Primera Guerra Mundial que luchaba en Francia, decidió enterrarla quizás para que no fuera destruida durante los bombardeos alemanes. Unos arqueólogos franceses que exploraban antiguos asentamientos merovingios del siglo VII en la región francesa de Lorena la han encontrado.
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