Nadie quiso reconocer a la nueva nación. Se la condenó al ostracismo. Fue forzada al olvido. Nadie trataba comercialmente con ella. Para entrar en la comunidad internacional Haití aceptó endeudarse o pagar, más bien, una indemnización millonaria a Francia, que se sentía herida y agraviada tras haber perdido una de sus colonias más ricas. El terremoto del día 12 de enero de 2010 sólo vino a rebosar un vaso lleno. Dicen que todo lo que podía salir mal en Haití, salió mal. Prácticamente nada parece indicar lo contrario.
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