Si Haidar no estuviera en huelga de hambre, dispuesta a morir, yo no hubiera escrito nunca jamás un post sobre el Sáhara. Millones de personas no debatiríamos sobre ella y su pueblo. Ha conseguido que hablemos de su causa, el Sáhara no habría estado nunca en la agenda política. Su caso está entre la razón y los sentimientos. Es difícil de entender que ponga en una situación tan complicada e injusta a España y que rechace todas las ofertas del Gobierno pero resulta imposible no conmoverse con su historia y arrojo.
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