En 1988, Jonathan Keller compró una cámara digital bastante más cara de lo que se podía permitir. Su novia en aquel momento mostró su desacuerdo y le preguntó si la iba a utilizar todos los días. Esa frase le dio la idea de esta aventura que comenzó por casualidad y que recoge la foto diaria de este artista desde hace 12 años. Relacionada
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