«El síndrome del pasajero de al lado». Seguro que ustedes también lo conocen: cuando se cae víctima de las confesiones de un extraño que de pronto le abre a uno su corazón. Y conste que no me refiero ahora al ligón de turno: ese merece un artículo para él solito. Hablo de esas personas de cualquier sexo y edad que aprovechan la falsa intimidad que se crea al estar codo con codo durante horas, ya sea en un tren o en un avión, para desvelar a su compañero de asiento secretos tan íntimos que jamás se atreverían a contar a sus más allegados.
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