Visto con la perspectiva que da el tiempo, el entierro de Franco, el domingo 23 de noviembre de 1975, fue patético. Su despedida de este mundo hizo visible la soledad y el aislamiento internacional del dictador y su régimen. Franco se fue, en medio del reproche público y universal generado por su dictadura y acrecentado a última hora por los fusilamientos habidos en España en el mes de septiembre anterior.
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