Para ser objetivo, tengo que empezar diciendo que me da igual si luchan elfos contra enanos o trasgos contra liliputienses. Me la suda. Lo amantes de los juicios éticos tendrán ya a mano sus códigos para echar la culpa a alguien, al que la tiene o al que no, pero yo no voy de eso. El relato es un frente más, de acuerdo, pero la guerra del relato suele verse postergada por el resultado del campo de batalla.
La cuestión es que veo que llevamos 50 días de guerra y, lejos de buscarse una solución, se profundiza en la implicación de terceros para hacer esa guerra más larga, más sangrienta y más destructiva. Se empieza por los pequeños y por poca cosa, opero una vez que comienza la semana, rara vez se para en el martes.
Lo que veo es que ambos bandos se ven o se verán abocados en el futuro a escalar el conflicto para no perderlo todo, en una siniestra mecánica de máquina tragaperras en la que es necesario seguir echando monedas para no absorber las pérdidas al completo. Y no existe ningñún arma que se haya construido para no usarla nunca. Ninguna. Sólo depnede de cuánto aprieten las circunstancias.
Lo que veo es que la probabilidad de un accidente grave o irreparable crece cada día mientras una panda de idiotas, en la que a veces me encuentro, aunque intento no hacerlo, analizan el conflicto con lupa de coleccionista de mariposas sin caer en la cuenta de que el mundo juega, como gilipollas a la ruleta rusa. Y la elección del juego no es inocente.
Lo que veo es que nos encanta pensar que las dos partes están usando ya en este momento todo su potencial bélico, cuando en realidad hay mucha fuerza destructiva ociosa, nucleares aparte, que puede ponerse en juego a fuerza de tensar la cuerda. Y no sería bonito.
Lo que veo es que las sanciones económicas las están pempezando ya a pagar terceros países, con lo que eso supone de desestabilización, riesgo alimentario, guerras entre enanos, movimientos demográficos, y las correspondientes reacciones a estos fenómenos.
Veo también mucho digno de opereta pidiendo juicios para los demás que nunca admitirían para los suyos. Y mucho valiente que sacrificaría a los hijos de su veciono pero no a su termo de agua caliente. Esto se empieza a parecer más a la Primera Guerra Mundial que a la Segunda. Esto empieza a parecer una danza de idiotas irresponsables que no miden las consecuencias de sus actos.
Concretando, y en resumen, creo que Rusia está perdiendo la guerra, pero temno que suceda con esta contienda como con algunas partidas de ajedrez del maestro Adolf Anderssen, en las que había tres fases: cuando le ibas ganando, cuando lo aplastabas, y cuando te rendías.
Rusia tiene dos maneras solamente de salir airosa de esta guerra: la habilidad y la brutalidad. Como no parecen capaces de lo primero, hoy, 50 días después del inicio de la guerra, me levanto cada mañana temiendo lo segundo.
Porque la cosa va mal. Muy mal. orque al final sólo hay una pregunta que importe: si a Rusia le van mal las cosas, la amenaza de arruinar el país se convierte en creíble, o Putin cree que verdaderamente lo juzgará un tribunal internacional, ¿qué pensáis que elegirán? ¿Rendición o pepinazo?
Hablamos del país que sorprendió a Napoleón con la política de tierra quemada. Hablamos del país que sacrificó a 24 millones para vencer al III Reich.
No conozco la respuesta, pero YO preferiría no jugarme MI cuello en esa rifa.