(...) En la raíz del conflicto subyace una distinta relación con el mar. Una que describe una conexión casi espiritual; y otra marcada por la velocidad y las emociones. “En un lado estamos los veleristas, buzos, practicantes de remo y 'paddle surf', los pescadores…; y en el otro, los pilotos de las motos acuáticas”, divide el capitán de barco, que no duda en decir que “los odiamos profundamente” porque convierten el litoral en “pistas de carreras”.
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