Imaginemos que te encuentras sólo en una habitación con una mesa y un tablero de ajedrez encima. Llevas mucho tiempo aburrido, y piensas: “Bueno, no hay mucho que hacer por aquí, puede ser divertido jugar a ésto”. El problema es que no tienes oponentes, y tienes que crearlos mentalmente, esto es, engañarte a tí mísmo durante el juego. Decides jugar contra tí mísmo.
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