La pequeña isla española de La Graciosa, situada al norte de Lanzarote, en el archipiélago canario, es uno de los lugares más especiales de Europa. Sus calles de arena, sus casitas blancas y sus playas vírgenes hacen de ella una joya que exige un turismo respetuoso con el entorno. Ahora, además, va camino de convertirse en una isla energéticamente autosuficiente, sin depender de su vecina mayor, y con el objetivo de evitar completamente las emisiones contaminantes de CO2.
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