Cada semana desembarcan cerca de 1.800 sirios en Suecia. Vienen con lo puesto y con el trauma a cuestas. A todos se les recibe, se escucha su caso y salvo contadas excepciones, se les da la bienvenida al país y se pone en marcha un generoso sistema de acogida, engrasado durante décadas. Se les distribuye en pisos repartidos por el país, se les da una paga mensual y comienzan en seguida los cursos intensivos de sueco. Unos tres meses después, ya con los papeles en regla, pasan a manos de los Ayuntamientos, que les ayudan a encontrar un empleo.
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