Francisco Fernández, de 17 años, quiere ser abogado. En su familia casi todos tienen formación universitaria. Por eso, estudiar una carrera forma parte de sus planes. Joaquina tiene 14 y también quiere hacer Derecho, aunque le llama la atención la Policía Local. «Sin estudios no se va a ninguna parte», sentencia esta joven de El Palmar. Encarni, a sus 13 años, sueña con ser periodista. Serían objetivos normales, sin ninguna particularidad, si no tenemos en cuenta que los tres son gitanos, colectivo en el que el abandono escolar es una lacra.
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