No sé cómo será la primera visita al ginecólogo para la mayoría de mujeres, pero puedo asegurar que en mi caso, y siendo hombre, no se me olvida. Fue aquí en Naryn. Tras nueve horas de traqueteo en una vieja furgoneta Mercedes desde la capital del país, Bishkek, a través de carreteras capilares y puertos a más de 3000 metros. Me descuajeringué el cuello y pulvericé el culo. En el resto del país era primavera. En Naryn aún era invierno. La doctora Turgabubu Orunbaeva me esperaba en una discreta consulta, en la que las mujeres a veces entran de 2
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