La historia es para mirarla: en un sitio con la máxima protección medioambiental un tipo pide licencia de obra menor para arreglar su jardín, y la usa para construir fraudulentamente un campo de golf de 10 hoyos y ponerlo en marcha en lo peor de la sequía en contra de la opinión de la Confederación Hidrográfica. En 2006 el Conseller le pone una multa de 250.000 € diciendo que era la prueba de la eficacia de su gestión. Ahora le obligan a desmontar el campo, pero el tercer y último expediente sancionador ha prescrito y la multa nunca se pagará.
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