El origen —y el éxito— de la revolución egipcia es menos espontáneo de lo que se pudiera imaginar. Detrás de las primeras manifestaciones que llevaron a la eventual derrota del presidente Hosni Mubarak, se encuentra un grupo de jóvenes empapados en las teorías de la resistencia pacífica. Amer Salah suelta el bolígrafo y muestra el plano esbozado en una pequeña libreta. «Así es cómo lo conseguimos», asegura sin poder contener una amplia sonrisa.
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