Las bases de los Nobel no permiten que el premio sea entregado a una persona fallecida, pero sí a las obras e iniciativas que esta haya legado a la humanidad. Vicente Ferrer murió el pasado 19 de junio, pero la fundación que lleva su nombre mantiene intacto su afán por «rescatar del olvido a las comunidades más desfavorecidas y sacarlas de la pobreza». El proyecto late con más fuerza que nunca.
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