Hay músicos que creen haber sido tocados por los dedos de dios. Viven en una “espiral narcisista” que no les deja ver qué pasa a dos metros de sus pies. Pero el bucle no ha llegado a arrastrar a todos. Algunos han escapado. Han descubrieron el presente y han decidido emprender una “aventura colectiva”, llamada Fundación Robo, en la que importa más la obra que el autor. Los primeros fueron Karlos Osinaga (grupo Lisabö y plataforma Bidehuts), Joseba Irazoki (guitarra de Atom Rhumba) y Roberto Herreros...
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