Tengo que confesar que, al contrario que una gran masa de la sociedad, nunca he envidiado el trabajo de los funcionarios cuya ocupación no colman su vocación profesional. Evidentemente funcionarios hay de muchos tipos, desde el que atiende a los contribuyentes para pagar impuestos hasta un médico o un profesor abnegado. Los hay que disfrutan con lo que hacen, otros que trabajan dura y eficazmente en sus tareas a pesar de no estar en el trabajo de su vida y funcionarios que no cumplen en tiempo y modo con las labores por las que cobran.
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