En el viaje de ida, en un tramo de carretera, la funcionaria, que iba de copiloto, se fijó en un artilugio situado junto a la calzada y al instante pidió a su amiga que detuviera el coche: «Para, para, que acabo de ver una barbacoa de las de Ikea y está nuevecita. Seguro que se la ha dejado alguien olvidada. Vamos a cogerla que esas barbacoas son estupendas».
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