Los recortes no dejan títere con cabeza. No hay parcela que se libre y la ciencia no es una excepción. Tras un recorte de aproximadamente 340 millones de euros en las subvenciones estatales al I+D+i, la fuga de cerebros era previsible e inevitable a partes iguales. Ahora España es un país con una tasa de paro juvenil del 53,2%, que ve como los jóvenes con más talento hacen las maletas en busca de una oportunidad que aquí se les niega y en el extranjero se les facilita.
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