Otra vez otro 28-J, que ya nadie llama, como antaño, día de la liberación homosexual. Parece ser que se conmemora una fiesta más cercana a una celebración del consumo rosa, a una feria de muestras donde la reivindicación y la protesta ocupa un espacio oscuro y ocultado. ¿Cómo se van a apreciar las pobres y cutres pancartas, si se ven silenciadas por los logotipos en las carrozas de las grandes marcas que anteponen una identidad consumista, rosa y que reduce la dignidad a la capacidad de gasto?
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