En 30 años de Acampada nos hemos visto obligados a ceder terreno al cemento en contra de una tradición popular, la Acampada. Los campistas, ante la presión de las instituciones y fuerzas de seguridad del Estado, hemos sido marginados a un espacio que cuanto menos causa risa boba. ¿Es preferible tener miles de apartamentos y hoteles a la orilla de la playa, aunque se encuentren vacíos gracias también entre otras cosas a la mala gestión turística de las islas, es preferible? ¿O acaso quieren que cubramos nosotros esas camas vacías?
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