El artículo aborda la reacción social generada y la candente polémica surgida a raíz de la publicación de estudios científicos relativos a la capacidad de los peces para sentir dolor: «Cada vez que veo a alguien pescando con su caña, rezo para que se acabe clavando en sus propias carnes su anzuelo, y tal vez entonces caerá en la cuenta de lo brutal del deporte que practica» | «Soy un pescador de truchas y puedo aseguraros al 100% que las truchas que pesco no sienten dolor alguno una vez que les doy un mamporrazo en plena cabeza».
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