De cada cien kilos de oro y plata que llegaban de América, Francisco de los Cobos se quedaba uno. No está mal para alguien que nunca pisó tierra nueva. Francisco recibe en 1527 el título de Ensayador de la Casa de Contratación de las Indias y alcanza el premio a una vida dedicada al arte de medrar. Durante el resto de su existencia su sello validó los metales preciosos que traían los barcos y amasó tal fortuna que hasta Tiziano se dignó a retratarle.
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