Como en todos sus proyectos personales, Coppola apuesta a doble o nada todo lo que tiene. Está convencido con Corazonada. Han empezado los frívolos y febriles años ochenta. Sintetizadores, horterismo de lentejuela y plástico, peinados de pincho, Ronald Reagan, farlopa a mansalva, minifalda de cuero y hombreras descomunales... Rel:
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