En febrero de 2016 entró en vigor en Francia una ley revolucionaria. El Estado obliga a los supermercados a no tirar la comida no vendida, destinándola a organizaciones de caridad o bancos de alimentos. Asimismo, los restaurantes también están obligados desde entonces a preparar bolsas de comida sobrante para mascotas si así lo requerían los clientes.
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