Desde que se identificaron los llamados microorganismos extremófilos, aquellos capaces de sobrevivir en condiciones letales para la mayoría de seres vivos, los científicos saben que las fuentes termales del fondo marino son un hervidero de microorganismos. Pero fuera de estos puntos calientes, se creía que el lecho oceánico era un páramo sin vida. Nada más lejos de la realidad. El trabajo de un grupo de investigadores de EEUU y Alemania demuestra, según publica Nature, que el suelo marino alberga una biodiversidad de microorganismos.
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