"Es la época que viví. Te sentías involucrado en un proceso histórico en que se torturaba y reprimía por delitos que poco después fueron derechos democráticos como la pertenencia a un partido político o el derecho de reunión. Había muchos dispuestos a colaborar con la policía. En el fondo, la mayoría de España era franquista y los antifranquistas, cuatro gatos. Entre 1975 a 1982 se contabilizaron seiscientas víctimas del terrorismo: descubrimos que ETA no era revolucionaria, que su enemigo no era Franco sino España".
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