La censura moderna no consiste en apartar opiniones del mercado, sino en saturarlo de la misma hasta la náusea con políticos que hablan para que tertulianos hablen y viceversa. Generar tal ruido de fondo hasta que nadie reconozca la melodía. Peor que la inflación de las hortalizas es la inflación de las declaraciones y opiniones, porque la primera quita el hambre y la segunda la inteligencia.
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