"Causa una sensación de incomodidad, son pinchazos fuertes pero no penetran la piel. Es una práctica conocida como mortificación corporal extraordinaria, con la que se pretende vivir una espiritualidad más cercana a Cristo, al emular su sufrimiento", explica el padre Luis Fernando Valdés, miembro del Opus Dei. Por su parte el padre Barranco advierte que este tipo de mortificaciones son poco comunes entre los religiosos, ya que ahora se pretende reflejar un cristianismo menos asociado al dolor. O al menos no se hacen públicas.
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